Los humanos necesitamos agua. Casi tan urgentemente como el aire que respiramos. Preferiblemente agua potable cuidadosamente tratada y procedente de tuberías intactas. CO2: un gas que simplifica considerablemente el suministro de agua. 

En este país, estamos acostumbrados a poder beber agua del grifo sin dudarlo. Damos por sentado que se eliminan todos los contaminantes durante el tratamiento del agua y que la calidad del agua potable es la adecuada. Pero esto no es así en todas partes. Con la nueva Directiva sobre agua potable (Directiva 2020/2184), la Unión Europea quiere garantizar la calidad del agua destinada al consumo humano en todos los Estados miembros.

1. agua de máxima calidad

Con la transposición de la Directiva sobre agua potable de la UE a la legislación nacional, aumentaron los requisitos de calidad del agua. Hay que respetar valores límite para sustancias indeseables como los metales pesados y evitar la corrosión. Para ello se requieren tecnologías eficaces, como el tratamiento del agua potable con dióxido de carbono. Esta opción resuelve problemas como la corrosión o un valor de pH subóptimo sin afectar negativamente a la calidad del agua.

Cuando el dióxido de carbono se disuelve en agua, se establece un equilibrio entre el CO2 disuelto físicamente y los productos ácido carbónico, carbonato de hidrógeno y carbonato. Todas estas formas de ácido carbónico son componentes naturales del agua potable, por lo que su calidad no varía. Al mismo tiempo, el ácido carbónico, por ejemplo, es un agente neutralizante eficaz que tiene un efecto positivo en el valor del pH del agua.

2. mineralización contra la corrosión

La mineralización es el campo de aplicación clásico del dióxido de carbono. Dependiendo de la zona, el agua bruta puede ser muy blanda y, por tanto, corrosiva. Además, aumenta la cantidad de agua potable que se desaliniza por ósmosis inversa o destilación. A su vez, esta agua tiene una baja capacidad tampón y también es corrosiva sin tratamiento adicional. En el método más económico de mineralización, la lechada de cal o agua de cal se disuelve en equilibrio con una cantidad correspondiente de dióxido de carbono. De este modo, la cal añadida reacciona para formar carbonato cálcico soluble, que desempeña un papel decisivo en la protección contra la corrosión.

agua grifo

3. Valor de pH perfecto

El ácido carbónico es un agente neutralizante con una curva de neutralización muy plana. Esto significa que el valor del pH puede ajustarse con precisión incluso con parámetros fluctuantes del agua bruta. El dióxido de carbono simplifica el control del valor de pH en el agua. El gas permite la dosificación continua de pequeñas cantidades adaptadas a la necesidad del momento de forma más eficaz que con los líquidos. Esto también contribuye a que el valor del pH pueda ajustarse con precisión a las necesidades. Al mismo tiempo, los costes de inversión son menores que con otras tecnologías. Al no aumentar la concentración de sulfatos ni cloruros, el agua tampoco se saliniza.

4. sin incrustaciones

No sólo la corrosión, sino también las incrustaciones pueden evitarse si el valor de pH del agua está en equilibrio con el grado de dureza. Las incrustaciones son depósitos sólidos, por ejemplo en las tuberías, que suelen estar formados por carbonato de calcio y magnesio. El dióxido de carbono también puede ayudar a combatir a este huésped no invitado en la tubería. La formación de incrustaciones comienza con el endurecimiento del agua potable: el agua demasiado blanda es corrosiva, por lo que se añade sosa cáustica y cal a la entrada de los llamados reactores de lecho fluidizado. Sin embargo, a la salida del reactor, la dureza del agua y el valor del pH ya no suelen estar equilibrados. Esto provoca el endurecimiento posterior del agua y la consiguiente formación de incrustaciones en tuberías y válvulas. Con un sistema especial de dosificación e inyección de CO2, este gas se disuelve en el agua poco antes o a la salida del reactor de lecho fluidizado y se convierte así en ácido carbónico. Con esta tecnología se puede evitar específicamente la formación de incrustaciones. El valor del pH sólo varía ligeramente y la acidificación es prácticamente imposible.

5 Almacenamiento sencillo y seguro

Por último, pero no por ello menos importante, el dióxido de carbono requiere un esfuerzo considerablemente menor para su almacenamiento y dosificación que los ácidos minerales agresivos. La manipulación del gas es igualmente sencilla y segura para todos los trabajadores, y se pueden ahorrar costes de almacenamiento e incluso de transporte: El dióxido de carbono no es inflamable y se considera no tóxico. El hecho de que, por tanto, no sea una sustancia peligrosa según la definición de la normativa pertinente facilita y abarata su manipulación. Si además se quiere ahorrar espacio y dinero durante el almacenamiento, se puede utilizar la opción de licuar el gas a presión. En este estado, tiene una densidad similar a la del agua y despliega su mejor capacidad en el tratamiento del agua. Aquí es donde sus propiedades positivas cobran todo su sentido.

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