Con nitrógeno líquido y un medio de chorreado suave, el desbarbado de piezas de fundición a presión puede realizarse de forma totalmente automática y cuidadosa. Los costes y las tasas de rechazo pueden reducirse considerablemente.

El zinc es un metal barato con un punto de fusión bajo. Comienza a fluir a 420 grados Celsius, por lo que puede procesarse con un aporte energético relativamente bajo. Por eso, las piezas fundidas a presión de aleaciones de zinc son omnipresentes en nuestra vida cotidiana: coches de juguete, cerraduras de puertas, piezas de automóviles, accesorios, enchufes, carcasas y cremalleras son sólo algunas de las cosas que se fabrican con este material.

Desbarbado por explosión con muchos residuos

Durante la fundición a presión, es casi imposible evitar que pequeñas cantidades de metal líquido penetren en las grietas entre las distintas partes del molde. En la pieza acabada, este material forma finas rebabas sobre las costuras, que hay que eliminar. Otros metales utilizados en la fundición a presión son el aluminio, el titanio y el magnesio.

Las piezas de series más pequeñas suelen desbarbarse a mano, un proceso costoso y que requiere mucho tiempo. En cambio, el desbarbado por explosión está muy extendido en la producción en serie: Una explosión controlada en una cámara protegida genera brevemente temperaturas de hasta 2.000 grados Celsius, quemando las finas rebabas. Sin embargo, la fuerza de la detonación o la alta temperatura también pueden dañar la propia pieza. La tasa de rechazo puede alcanzar hasta el 40% porque las piezas moldeadas se deforman.

El frío sustituye a la detonación

En cambio, el desbarbado criogénico no causa ningún daño: las piezas se colocan en un tambor giratorio de malla metálica. En el tambor se introducen piezas sencillas fabricadas en serie, como enchufes o coches de juguete, mientras que las piezas complejas se fijan a bastidores. A continuación, se introduce nitrógeno líquido.

Allí, el gas se expande y permite que la temperatura descienda hasta los 60 grados Celsius bajo cero. Las delicadas rebabas se congelan y se fragilizan casi de inmediato, mientras que el frío afecta mucho menos a las piezas, de mayor masa. Ahora las rebabas pueden separarse de las piezas moldeadas con poco esfuerzo. La acción mecánica necesaria para ello la ejercen pequeñas bolitas de plástico.

De forma similar al chorro de arena, el granulado de plástico se dispara sobre las piezas en el tambor a gran velocidad. Las rebabas frágiles se rompen y se eliminan por completo. Sin embargo, las piezas permanecen intactas. El plástico blando ni siquiera deja marcas en la superficie. Por tanto, el método es técnicamente muy superior a los procesos convencionales.  Consigue una mejor calidad de desbarbado y puede aplicarse también con piezas moldeadas complejas con rebabas internas. 

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Reducir los costes unitarios

"Los clientes de piezas fundidas a presión, por ejemplo, en la industria automovilística, exigen cada vez más calidad y precisión", explica Thomas Böckler, especialista en aplicaciones de Messer. "Por otro lado, los propios fabricantes también están interesados en procesos eficientes y de alta calidad. Para los componentes electrónicos, por ejemplo, que pueden costar sólo unos céntimos, el desbarbado manual es impensable. Sin embargo, son muy sensibles a la distorsión. Nuestro proceso ofrece aquí la solución óptima. Además, los costes unitarios por kilogramo de fundición a presión son significativamente inferiores en comparación con el desbarbado explosivo".

Es fácil averiguar si merece la pena invertir en un sistema de desbarbado en frío. "En primer lugar, realizamos una prueba gratuita con los productos del cliente", explica Thomas Böckler. "A continuación, pueden evaluar si el resultado cumple sus expectativas y nosotros podemos calcular si la solución óptima es la eliminación de rebabas por contrato o un sistema interno."

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